miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mi niña, no llores.

Se que hoy no es tu día, pero mírame, responde, ¿hace cuánto fue tu última herida? No hace mucho tiempo, ¿verdad? Pues entonces déjame que te diga: no te preocupes pequeña, que toda herida cicatriza. 

Se que ya lo sabes, y que siempre encontrarás salida. Pero aun así, no importa, te lo repetiré una y mil veces si hace falta, cómete el mundo y recuerda ser siempre una cabroncilla con suerte. 

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Hoy fue día de recuerdos, recuerdos junto con personas que ya tienen asegurada una plaza en mi corazón para el resto de sus vidas...

Recordé la mejor noche de mi vida, una noche fría, llena de estrellas y con una conversación que algún día me gustaría repetir.

Recordé el abrazo que más he necesitado nunca, que hizo correr mis lágrimas incesantemente, ojalá vuelva a recibirlo si lo necesitara de aquella manera.

Recordé cuando me hicieron sacar toda mi desesperación a base de dar golpes y de aprender a recibirlos.

Recordé el día en el que hicieron que mi sufrimiento fuera cambiado por una pequeña sonrisa y, que a base de silencios y sueños, esa sonrisa saliera siempre que lo recuerdo.

Recordé largas conversaciones que me han llevado a plantearme grandes cuestiones, conversaciones que me han hecho dudar, y que me han hecho soñar.


Bueno, recordé muchas cosas, y me gustó acordarme de tantas, y de tantos. Menos mal que toda esta gente está por el mundo...

1 comentario:

Ruben! dijo...

Te envidio muchísimo.
Por muy felices que sean las cosas que yo recuerde solo me hacen sentir triste porque se que esos momentos no se repetirán.
Siempre he adorado tu forma de ser feliz hasta en los peores momentos.

Un abrazo ^^